La enfermedad y la falta de recursos sanitarios es la cotidianidad de muchos bebés, niños y adultos venezolanos.
Según estimaciones de Bank of America Merrill Lynch, Venezuela fue el principal importador de medicinas de Iberoamérica en 2013 con compras por 3.700 millones de dólares (3.150 millones de euros). Pero cada día en Venezuela es una nueva quimera
La caída desde entonces ha sido estrepitosa. El desplome del precio del petróleo a partir de 2014 ha dejado al Gobierno sin divisas para importar productos de primera necesidad ni para distribuir entre la ya de por sí escasa industria farmacéutica venezolana, ahora sin acceso a insumos para producir. De acuerdo con cifras de Naciones Unidas, entre 2013 y 2015, la disminución de la importación de medicinas fue del 39,1% en el país. La Federación Venezolana Farmacéutica cifraba la escasez de medicamentos el año pasado en el 80%.
El Gobierno impide la entrada de ayuda humanitaria porque, según coinciden críticos del régimen, eso implicaría reconocer la existencia de la crisis. Mucha gente apela a las donaciones internacionales, para lo cual se han movilizado numerosas ONG, al intercambio o la compra de medicinas en el mercado negro como alternativas. Ángel, un niño de 5 años con cáncer, debe trasladarse mensualmente desde la ciudad de San Cristóbal, en el Estado de Táchira (Andes), hasta Caracas para ser atendido en el centro médico. Se trata de un viaje de entre 12 y 24 horas por carretera. “Si no lo hacemos, condenaríamos a muerte a Ángel. En San Cristóbal solo hay un oncólogo pediátrico. No hay insumos médicos, tampoco equipos”, explica la madre.
La iglesia católica ha organizado muchos canales de aprovisionamiento de medicinas, pero las vías son cada vez más difíciles.
Caracas prohíbe el transporte privado de medicinas y alimentos, a lo que se suma la corrupción campante en las aduanas, según explican los venezolanos
Fuente: solidaridad.net (El País)