Dos matronas de la Red del Hueco de mi Vientre estuvimos en el CC Miguel Bravo de Santander, impartiendo un taller a niños de 10 años sobre embarazo, parto, y cuidados de un recién nacido. Cuentos, globos, muñecos, pinturas, sonicaid para escuchar el latido del bebé en la barriga de una mamá gestante, imágenes ecográficas… forman parte de los medios usados en este taller. El año pasado lo hicimos también para niños de 5, 7 y 9 años en el CEIP Cisneros de Santander.
La realidad de la posible muerte de un bebé en el útero o al poco de nacer, no es dejada en el olvido en estos talleres. También la abordamos. Los niños, con mucha más naturalidad que los adultos, hablan de ello cuando esta experencia ha sucedido en la familia. Las profesoras lo valoran muy bien.
A mediados del S.XX, Kübbler Ross, psiquiatra reconocida mundialmente por impulsar y sentar las bases de los cuidados paliativos, dijo que «habría que prepar a los niños para la muerte mucho antes de experementarla, tanto si se trata de su propia muerte, como la de otra persona». Siguiendo esta idea, a princios del S.XX empezó a ser impulsada en las escuelas la denominada pedogagía de la muerte. Bajo la premisa de que los «niños necesitan desde pequeños aprender a afrontar la separación, el dolor, la rabia, la culpa y el temor al futuro» (Poch y Herrero, 2003) y que «un auténtico proceso de formación no ha de aparecer solamente en casos donde haya problemas concretos sino que también debería anticipar y dar respuesta a las dificultades y situaciones futuras, de manera que cuando ocurran se esté más preparado para afrontarla» (Poch y Herrero, 2003)
¿Estamos los adultos preparados para esta tarea? Familias, pedagogos, psicólogos, maestros, profesionales sanitarios, educadores en general… tenemos ante nosotros un reto. Ojalá este tipo de talleres abran una espita en una cultura que camina hacia el olvido, ocultación… de la muerte, y a transferir a instituciones sociosanitarias, la capacidad de las personas y pueblos para cuidarnos en estos momentos.