Corina Fuks
Vanesa Martínez López, se lamentaba en los medios: «Mi hija acaba de nacer, está sola, necesito ayuda para sacarla de la guerra». El hecho de que sea su hija es bastante relativo. De acuerdo con la ley española, la filiación materna está dada por el parto y ella no parió a la criatura. Ahora bien, si se refiere a que alquiló el vientre de una mujer empobrecida ucraniana para que gestara a la niña de sus sueños o deseos, esto sí es verdad. Una niña que, dado que costó mucho dinero, debía estar sana y tener un “control de calidad estricto” durante el embarazo y el parto. De hecho, “padres y madres de intención” (eufemismo que se utiliza para referirse a los arrendatarios de úteros) pueden decidir qué tiene que comer la mujer gestante, si puede cuidar de sus hijos/as en caso de enfermedad, si debe abortar o no, o si hay que practicarle una ‘reducción embrionaria’, es decir, los compradores eligen con cuántos bebés se quieren quedar (son abortos selectivos porque la mujer es inseminada con varios embriones para asegurar el embarazo), pagando un sobrecoste pueden también decidir que, sea necesario o no, el bebé nazca por cesárea, todo está especificado en el contrato.[1] Y aclaremos, no siempre hay un vínculo genético entre el bebé y los arrendatarios del útero, aunque la ley de Ucrania aparente exigirlo.
Lo que no estaba previsto en los contratos es qué podría ocurrir si se declaraba una pandemia mundial y había confinamientos masivos o si estallaba una guerra. En cualquier caso, está claro que lo que menos importa es el destino de estas mujeres, cuyos derechos humanos jamás han sido tenidos en cuenta por los mercaderes de cuerpos de jóvenes pobres y bebés. El alquiler del cuerpo de la mujer implica la totalidad de su persona, con las secuelas físicas y psicológicas que esto tiene para ellas y los bebés, especialmente cuando cada día hay mayor evidencia científica de los lazos que se crean entre la madre y la criatura durante el embarazo.
Actualmente, se pueden encontrar en Ucrania bebés y mujeres embarazadas hacinadas en búnkeres sin la adecuada atención médica.[2] A otras, las agencias y los compradores las empujaron a viajar a países limítrofes para dar a luz, en muchos casos dejando atrás a sus familias en medio de una guerra. Además, arriesgándose a no recibir la paga pactada ya que salir del país implica romper el contrato.
La explotación de mujeres empobrecidas con fines reproductivos y el mercado de bebés no son más que esclavismo disfrazado de técnica de reproducción asistida. Nombre con el que venden los bebes estas empresas mafiosas, que no solo se ocupan de los asuntos médicos sino también del alojamiento de la mujer gestante durante los últimos meses de embarazo, de traductores, abogados, etc. Un paquete que puede rondar alrededor de 50.000€, de los cuales la mujer gestante percibe sólo una pequeña parte, en un país donde el SMI es de 210€. Biotexcom, que controla el 70% del mercado en Ucrania, ha sido incluso acusada de trata de personas y de evasión fiscal.
Sin embargo, poco hablan de esto los medios ya que están al servicio del mercado que los sostiene (hay estudios que estiman que los beneficios de este negocio serán alrededor de 33,5 BN de dólares para 2027)[3], y desde un discurso postmoderno disfrazado de feminismo, se reclaman los derechos de las mujeres pobres para poder vender su cuerpo, nada se dice tampoco de la lucha internacional feminista para que todas las mujeres tengan derecho a educación y trabajo digno. Por el contrario, los medios de comunicación se dedican a crear una opinión favorable a los intereses de estas multinacionales, mostrando enternecedoras escenas de “padres y madres” preocupados/as por el destino de “sus hijos/as” o parejas de famosos ricos sonrientes con “su nueva adquisición” en brazos.
Nada sabemos tampoco de las mujeres que los paren, ninguna escena vemos de ellas recién paridas, doloridas después de una cesárea o aún sangrantes, con los pechos llenos de leche, en un bunker en medio de una guerra, lejos de sus propios hijos/as (porque las agencias contratan a las que ya han sido madres para tener mayor garantía de que el embarazo llegará a término). Una mujer rusa que vive en Kiev denunciaba que una parturienta murió en el bunker porque no había allí un médico para hacerle la cesárea. Lamentablemente, estamos viendo sólo el comienzo de una tragedia que existía antes de la guerra en Ucrania y que sólo se ve exacerbada por ésta. BioTexCom le dijo a la revista norteamericana The Atlantic que en su agencia se esperaba que nacieran alrededor de 200 bebés subrogados en los próximos tres meses.
Está claro que ahora el papel de los medios de comunicación es crear una opinión pública que reclame ser padres/madres como un derecho y no como lo que es, un deseo que puede estar limitado por causas biológicas y que no puede ser satisfecho a costa de la violación de los derechos humanos y la dignidad de niños/as y de mujeres empobrecidas. Hay incluso quienes ya proponen traficar con mujeres embarazadas y sus bebés y traerlas a parir a España.
Este negocio le deja demasiado dinero a Ucrania para que renuncie a él y ha decidido sacrificar a mujeres pobres de su país. En España, hay lobbies intocables con demasiado poder para que nuestro gobierno tome las medidas necesarias para ponerle fin. Si bien en este país la subrogación de vientres está prohibida, se puede inscribir a los bebes subrogados en el registro de Ucrania, hacerles un pasaporte y tramitar los permisos para viajar a España. Una vez que están aquí, se inicia el expediente para la inscripción de la filiación. Un procedimiento que revela el cinismo de un gobierno que prohíbe la violación de los derechos de las mujeres y los bebés en España pero que acepta complaciente que se vulneren en otros países. Alegar que reconocer a los compradores de bebés como sus padres y madres responde a proteger el bien de los menores es una excusa que esconde la falta de voluntad política. Alemania, por ejemplo, no permite la gestación subrogada, solo reconoce legalmente como madre a la persona que da a luz y no da por válida la partida de nacimiento ucraniana. Si un bebé subrogado llega a este país, es llevado a un orfanato y entra dentro de un programa de adopción. El Día Internacional de la Mujer es una fecha emblemática en la que demandar justicia para las mujeres. Por ello, es imperativo exigir a los gobiernos del mundo que legislen para prohibir el alquiler de úteros ya que pone en peligro la integridad física y psicológica de las mujeres, atenta contra su derecho de filiación con sus bebés y vulnera tanto sus derechos fundamentales como los de niños y niñas. El término “gestación subrogada” no es más que un eufemismo para referirse a una nueva forma de esclavitud de las mujeres