En recuerdo de una madre dominicana pobre

Soy Matrona. Trabajo en Madrid. Es el caso de una dominicana, supongamos que Violeta. La trajeron al hospital desde el SUMA porque la encontraron desmayada y avisaron a la ambulancia. Estaba embarazada, un embarazo sin controlar, ella sabía que estaba embarazada pero no se había controlado el embarazo. De forma que según vino, con bastante anemia y muy floja, le hicieron una ecografía en la urgencia diagnosticándole un embarazo de 32 semanas (aproximadamente 7 meses), pero la niña venía con un problema muy serio, tenía hidrocefalia. Esta es una enfermedad muy seria, pero sobre todo depende de la causa que la haya producido. Al ser un embarazo sin controlar no se podía saber la causa… infecciosa? Genética?… los médicos decidieron que no tendría ningún futuro y que por tanto se provocaría el parto (en vez de cesárea que hubiera protegido más la vida de la pequeña).

Dominicanallorando

Cuando yo llegué a la guardia me la encontré en la antesala del paritorio, ella no tenía información y les  pedí a los ginecólogos que la informaran, a lo que me contestaron que hasta el momento no se había preocupado del embarazo, por lo tanto que poco le importaba cómo estuviera la niña. A veces en sanidad se hacen estos juicios gratuitos. Yo le dije a la ginecóloga en formación (todavía residente) que nosotros no podíamos hacer ese juicio, que no sabemos nada de la vida de esta mujer, y que en cualquier caso nuestra obligación es proteger las dos vidas, de la madre y de la hija. Les pedí que la informaran y también que hicieran una ecografía de más resolución porque el ecógrafo de la urgencia es bastante malo. Ante mi insistencia vino toda la guardia, 3 adjuntos y los 3 residentes, le hicieron una ecografía mejor y la informaron de la situación. Le volvieron a preguntar por qué no se había controlado el embarazo, porque eso había sido motivo de que su hija estuviera así. Parece que quisieran quitarse culpa de la situación. Ella contestó con bastante fuerza y enfado y solo dijo 3 palabras: “NO TENGO PAPELES”. Me sorprendió porque hasta el momento apenas susurraba. Intenté mostrarme cercana, me contó que el padre de la criatura la había abandonado, aunque sí tenía bastantes amigas acompañándola. Ella estuvo bastante ausente en todo momento, no preguntaba nada, me pareció que se sentía sin derechos. Finalmente nació su hija, Daniela. Nació viva, era preciosa aunque efectivamente tenía una hidrocefalia importante. Fue ingresada en la UVI neonatal confirmándose lo peor, que no tenía posibilidades de vivir más allá de 2 o 3 días. La madre no se separaba de su hija, recién parida como estaba, apenas se acordaba de que tenía que comer. Pidió el bautismo y fue bautizada Daniela llenando de dignidad ese momento. Pude acompañarla ese primer día y durante el bautismo. En la siguiente guardia que volví al trabajo ya no estaba, le habían dado el alta. Me contaron mis compañeras que la niña falleció a los dos días de vida, justo cuando daban el alta a la madre, y que hasta el entierro es un problema para los pobres. Ya lo dice el refrán, “no tienen ni donde caerse muertos”. Resulta que los sin papeles, aunque sean pobres, no tienen derecho a que los servicio sociales les ayuden en el entierro de sus familiares. Finalmente le hicieron una rebaja y por 600 euros, que me imagino que conseguiría con la ayuda de sus amigas, pudo enterrar a su hija. No he vuelto a saber de ella. ¿No tenía bastante que además había que hacerla sentir culpable? ¿Culpable de qué, de ser pobre? Me acuerdo mucho de ella.