Fuente: https://www.serpadres.es/actualidad/46264.html
La Ley 20/2011 del Registro Civil actualizada desde el 8 de agosto de 2023 permite inscribir bebés fallecidos después de seis meses de gestación en el Archivo de nacidos sin vida, sin embargo, hay variaciones en la aplicación entre registros civiles locales.
La reciente actualización de la Ley 20/2011 del Registro Civil, en vigor desde el 8 de agosto de 2023, posibilita la inscripción de bebés fallecidos después de seis meses de gestación en el Archivo de nacidos sin vida, permitiendo asignarles un nombre y otros datos. No obstante, la aplicación de esta ley varía entre registros civiles locales: algunos permiten el registro completo con nombre y apellidos, mientras que otros solo aceptan el nombre de pila.
Laura Pueyo y Miguel Santiso, miembros de la Red El Hueco de mi Vientre, han experimentado los perjuicios de esta disparidad al intentar incluir los apellidos de su hija, Iris, fallecida en la semana 38+6 de gestación en 2015, en el registro local. A pesar de la actualización de la ley en 2023, se encontraron con numerosas dificultades al tratar de realizar el cambio de archivo y obtener el reconocimiento adecuado para su hija. «Tras múltiples intentos y un trato inadecuado, nos dimos cuenta de que los profesionales no estaban actualizados ni familiarizados con nuestra situación. Una juez nos ha denegado los apellidos, y además, en una redacción con errores, no reconoce al padre como tal, sino como solicitante», cuenta Pueyo.
Ante la situación y el trato recibido, el pasado mes de noviembre tomaron la decisión de presentar un recurso ante la dirección general del registro nacional en Madrid tras la denegación de su registro provincial para cambiar la inscripción de su hija fallecida a este nuevo archivo con su nombre completo. Este recurso cuenta con el respaldo de una carta firmada por setenta profesionales de la salud mental perinatal, quienes instan al Registro General a establecer directrices unificadas. El objetivo es asegurar el reconocimiento y la inscripción completa de hijos fallecidos en el vientre materno, pero, además, tratan de conseguir que con su demanda se establezcan directrices nacionales que automaticen la inclusión de nombres completos de padres y bebés en certificados de nacidos sin vida, creando un precedente para todos los registros en España.
“A través de este proceso, también aspiramos a sensibilizar y concienciar sobre la importancia de adecuar el lenguaje, así como a visibilizar cada hijo e hija que muere en etapa perinatal, impulsando la investigación en este ámbito. Para nosotros, es esencial reconocer a Iris y a su padre, establecer directrices justas y objetivas, y contribuir a una mayor visibilidad y comprensión de la realidad estadística de la muerte perinatal”, señala esta madre.
La necesidad de nombrar a quien existió
Desde el ámbito de la salud mental perinatal se insiste en la relevancia de este proceso de inscripción para facilitar un duelo saludable y validar socialmente la experiencia del duelo perinatal al reconocer oficialmente la existencia del bebé y su lugar en la familia. La posibilidad de realizar una inscripción completa se considera esencial, ya que un nombre completo tiene un significado cultural y contribuye a la conexión emocional del ser querido fallecido en la familia y la comunidad, especialmente significativo en el contexto del duelo perinatal. “Cuando el ser querido que fallece es un hijo o hija que estaba en gestación o bien que acababa de nacer, la respuesta que la madre en duelo, la pareja y la familia encuentran en el entorno suele ser el silencio. Se minimiza el impacto de la pérdida, del vínculo y de la propia criatura que ha muerto. Solemos decir que es un duelo desautorizado”, explica Pilar Gómez-Ulla, psicóloga y directora junto a Ibone Olza de la formación en Fundamentos de la Salud Mental Perinatal en el Instituto Europeo de Salud Mental Perinatal (IESMP). Por eso, según la experta, la inscripción supone un reconocimiento institucional, público, de que “ese bebé existió, fue concebido, gestado, amado. Ha tenido una vida y pertenece a una familia”.
Cuenta Laura Pueyo, que tiene tres hijos más, que han dado nombre a Iris y comparten en la familia la historia de su embarazo y parto. Pese a que han integrado su recuerdo, sienten la necesidad de otorgarle una identidad social y legal. “Tras su fallecimiento, resultó doloroso verla etiquetada como «feto de Laura Pilar Pueyo», y queremos preservar el rol y la identidad de su padre después de haber compartido nueve meses de interacción, relación y creación de un vínculo amoroso eterno. Aunque hay muchas Iris en el mundo, para nosotros, sus hermanos y la familia, deseamos que exista una Iris Santiso Pueyo. Creemos que todos morimos, pero nadie deja de existir sin antes haber vivido”, señala. Sobre esto Pilar Gómez-Ulla recuerda que el duelo es un proceso relacional, no se hace en soledad, y por lo tanto el reconocimiento de este hijo o hija, su vida y su muerte, por parte de nuestro ambiente y de las instituciones, es muy importante.
Manuela Contreras, matrona y co-fundadora de la Asociación Sin Ánimo de Lucro Red el Hueco de mi vientre, confirma que actualmente hay estudios que afirman cómo negar la identidad de madre y padre entorpece las primeras decisiones que se las familias deben tomar y el duelo. También menciona estudios en relación con las consecuencias negativas en este sentido de que los profesionales no validen tu dolor de madre y padre o no se refieran al bebé por su nombre o como bebé sino como feto. E investigaciones sobre la necesidad de que tu entorno cercano te reconozca como madre y padre y haga presente al hijo. “El cambio normativo en el registro civil que se ha dado recientemente obedece a la evidencia científica y a la demanda de madres y padres y asociaciones de duelo perinatal que durante años lo han estado reclamando”, sostiene.
Pequeños pasos, grandes cambios
Pese a todo, ¿ha habido una evolución en España a nivel de concienciación y legalidad? Pilar Gómez-Ulla recuerda que desde que en España hay asociaciones de familias en duelo perinatal, en la primera década del siglo, siendo la primera Umamanita, y después la Red el Hueco de mi Vientre, se ha reivindicado un cambio hacia la visibilización de los hijos fallecidos en el útero o al poco de nacer. “El cambio es enorme. La visibilidad ha aumentado en forma de canciones, películas, series, libros, espacios públicos en parques y cementerios, celebraciones institucionales en ayuntamientos de toda España. Además, las asociaciones hemos puesto en marcha una red de acompañamiento en duelo gratuita que ha supuesto un sostén de valor incalculable para el consuelo y la promoción de la salud de miles de familias”, explica la psicóloga.
Manuela Contreras insiste en que no solo se ha avanzado en el asunto de la inscripción en el registro civil, también se han producido cambios gracias al impulso de familias y profesionales, como el reconocimiento de las bajas de maternidad y paternidad por muerte perinatal, cambios en los protocolos de atención sanitaria, hospitalaria y primaria, creación de guías autonómicas de buenas prácticas, publicaciones e investigación. “Los cambios que se han producido responden a la demanda de madres y padres y asociaciones de duelo perinatal que durante años han estado reclamando sus derechos”, concluye.