Desde esta sección tenemos el compromiso de denunciar el dolor de unos padres fruto de la muerte injusta de sus hijos. Abdulá, cuenta su trágica vivencia porque quiere que estas muertes, que son evitables, no sucedan más. Sus dos hijos y su mujer murieron en la costa turca. Huían de la guerra en Siria, cuya causa hay que buscarla en los intereses energéticos-geoestratégicos que los poderes occidentales tienen en oriente medio. Está bien el compromiso europeo de acoger a los refugiados, pero los países occidentales: ¿van a reconocer su responsabilidad en esta guerra? La UE (junto con EEUU, y también Rusia o China) ha estado años enviando armas, dinero, expertos militares, y agentes del servicio secreto, tanto al régimen de Bashar AL Assad como a la oposición. Sus intereses en esta guerra le hacen mirar para otro lado a la hora de buscar una solución pacífica y dialogada en este conflicto.
El marido, Abdulá Kurdi, el único miembro de la familia Kurdi que sobrevivió al naufragio, ha contado hoy los momentos más dramáticos:«Sostenía la mano de mi mujer. Mis hijos se me escaparon de las manos. Intentamos subir al barco». «Todo eran gritos y oscuridad. No pude lograr que mi mujer y mis hijos me oyeran», ha contado en su declaración ante las autoridades, recogida por el periódico turco ‘Hurriyet’ y difundida por Reuters.
El padre ha roto a llorar al salir de la morque de la ciudad de Mugla, donde están ahora los restos de su familia. «Queremos la atención del mundo, para impedir que cosas como éstas les pasen a otros», ha dicho a los periodistas, según Reuters.
En declaraciones a la Policía, Abdulá ha explicado que pagó dos veces a las mafias para poder llevar a su familia a Grecia. Tras comprobar que sus esfuerzos habían sido en vano, los Kurdi se subieron por su cuenta en una embarcación junto a otros inmigrantes y se echaron al mar.
‘Tengo amigos y vecinos que me ayudaron con los fondos, pero no pudimos traerlos. Es por eso que cogieron aquel bote’
Un periódico canadiense añade este jueves también nuevos detalles al relato que, ilustrado con las fotos de dos cuerpos infantiles varados sin vida en una costa turca, ha sobrecogido al mundo. Su muerte ocurrió en un doble naufragio, el miércoles de madrugada, en el que murieron 17 personas, cinco de las cuales menores.
La historia del fallecido más pequeño, al que la prensa ha identificado con Aylan Kurdi, tuvo su triste epílogo en Vancouver. Allí vive, según el ‘Nacional Post’ canadiense, la hermana de Abdulá, el viudo de Kobane que perdió a los hermanos Aylan y Galip y a su mujer Rihan.
Tima, residente en Canadá, supo de la noticia por una llamada de su cuñada, mujer de otro de los hermanos de Abdulá. «Abdulá la había llamado y todo lo que le había dicho había sido ‘mi mujer y mis dos chicos están muertos'».
Abdulá fue, junto a otro vecino de Kobane, los únicos supervivientes de un precario bote hinchable que volcó, en la madrugada del miércoles, intentando alcanzar la isla griega de Kos desde la costa de la ciudad turca de Bodrum. Lo rescataron inconsciente y se recuperó en el hospital.
Según Tima, Abdulá, su mujer y los niños habían solicitado asilo a las autoridades de Canadá, pero se lo denegaron alegando complicaciones con las solicitudes procedentes de Turquía. «Intenté apoyarles, tengo amigos y vecinos que me ayudaron con los fondos, pero no pudimos traerlos. Es por eso que cogieron aquel bote«, explica Tima.
Tras la tragedia, Abdulá ha recibido una oferta de asilo del Gobierno de Canadá pero la ha rechazado. «Era una oferta para que yo pueda ir allí. Pero, después de lo ocurrido, no quiero ir. Voy a llevarme los cuerpos primero a Suruç y luego a Kobane. Pasaré el resto de mi vida allí», ha explicado a periodistas turcos delante del Instituto Forense de la ciudad de Mugla, en el suroeste de Turquía.
Además, pide a la comunidad internacional que haga lo posible para evitar sufrimientos como el suyo. «Quiero que el mundo entero nos escuche desde Turquía, donde hemos llegado escapando de la guerra. Tengo un gran sufrimiento. Hago esta declaración para evitar que otras personas tengan el mismo sufrimiento», ha declarado.
Kobane es una ciudad kurdosiria que el Estado Islámico asedió en septiembre de 2014. Al menos 200.000 vecinos tuvieron que huir a Turquía a la carrera. Tras una feroz batalla las milicias kurdas, apoyadas por la aviación internacional, lograron derrotar a los yihadistas. Pero sin estabilidad garantizada en Siria no todos los residentes han preferido volver a su localidad.
Turquía acoge a cerca de dos millones de refugiados, pero solo unos 250.000 tienen sitio en los campos de refugiados. Pese a ser de largo el país más generoso con los huidos de Siria – han invertido 5.3 millones de euros en asistir a los refugiados sirios – los turcos, que también reciben refugiados procedentes de todo Oriente Medio, Asia, África e incluso Latinoamérica no pueden copar con las necesidades de los solicitantes de asilo.
Factores como la falta de oportunidades de prosperar en Turquía, el miedo a que en el futuro cueste más pedir asilo en Europa, las condiciones climáticas y cierto abaratamiento de los costes del trayecto han impulsado en las últimas semanas a miles de refugiados a aventurarse a alcanzar Europa por mar o tierra.
La ruta entre Bodrum y Kos es de seis kilómetros, pero las precarias condiciones que las mafias – a las que pueden pagar hasta 2.000 euros por persona – disponen para alcanzar tierra segura dificultan el viaje sobremanera. A pesar de ello, se estima que dos mil personas están zarpando diariamente desde Turquía a Grecia en busca de la vida próspera que la guerra les niega en casa.
En Siria han muerto más de 120.000 personas, entre ellos 14.000 niños, la mayoría por ataques de las fuerzas presidenciales. En el país viven 7’5 millones de pequeños en necesidad de ayuda humanitaria. 2,6 millones no van a la escuela. Más de 50.000 bebés ya han nacido en el exilio. Millones de refugiados
Lejos de la actual situación, el pueblo sirio era un ejemplo de convivencia interreligiosa e interétnica y de fraternidad. Ha acogido en su tierra, desde hace décadas, a refugiados de países vecinos que huían de otros conflictos, como los palestinos, los libaneses, los iraquíes o los armenios. Hoy esta cultura de convivencia y fraternidad está siendo destruida a consecuencia de la guerra. Sin embargo, es falso que la guerra en Siria tenga de fondo el conflicto religioso o el problema de las minorías. Todos los líderes étnicos y religiosos en Siria se unieron a la llamada del Papa Francisco por la Paz.
la guerra de Siria, al igual que todas las guerras, es una guerra planificada. Las causas de la guerra en Siria hay que buscarlas en los intereses energéticos y geoestratégicos que los poderes occidentales tienen en Oriente Medio. Los poderes occidentales no tenían ningún interés en promover la democracia y la libertad en Oriente Medio, sino poner a salvo sus intereses. Por su situación de paso entre Oriente Medio y Europa, Siria es un lugar de vital importancia para las transnacionales energéticas. Está previsto la construcción de un gaseoducto que lleve las enormes reservas descubiertas en Irán a través de Irak y Siria; con lo que Irán se fortalecería y Estados Unidos y algunos estados aliados como Qatar o Arabia Saudí, perderían un gran negocio económico y una palanca de poder político, ya que ese gas va a Europa, que lo necesita como agua de Mayo. A esto se une que en la propia Siria se han descubierto también importantes yacimientos de gas natural. Pero no solo es el gas la causa del conflicto en Siria, sino el control completo de la región de Oriente Medio.