Publicamos esta carta escrita por una matrona de la Red el Hueco de mi Vientre, acerca del significado que tiene para ella acompañar a padres en duelo, y formar parte de esta experiencia asociativa solidaria.
Muchas gracias por compartir estas reflexiones.
Crecemos juntos.
Estoy en la Red del Hueco de mi Vientre porque me lo pide el corazón. Porque tuve una experiencia de pérdida y me costó mucho encontrar comprensión y consuelo, sólo una persona conectó con mi dolor y eso fue un impulso importante en mi sanación.
Porque desde esta red, desde este generoso grupo de personas, estoy recibiendo formación para ayudar y no causar más dolor con mis palabras, aunque fuesen bienintencionadas.
No es igual acompañar en el dolor en el espacio de la consulta que en un espacio neutral. Mi rol es percibido de forma distinta por las familias, aunque yo sea la misma persona en uno u otro lugar.
Cuando me encuentro con familias en proceso de duelo, no soy yo la que tiene que dar respuestas, no soy un maestro sanitario o espiritual. Un corazón roto nunca necesitará ningún tipo de sermón y sí un encuentro con alguien que entra en COMUNIÓN CON SU DOLOR por la pérdida de un ser querido, la pérdida de sus sueños.
Así intento acompañar y ahí encuentro también un aprendizaje personal con cada familia que permite mi presencia en su proceso de duelo, pues me conecta con la idea de mi propia muerte:
Nacer y morir son lo único seguro en el camino que es la Vida. No puedo escapar de mi propia muerte, ni quiero hacerlo; muy al contrario pienso en la muerte como mi amiga, la que me recuerda que en ella no hay desigualdades y que tampoco debería haberlas en la vida.
Recae sobre mí la responsabilidad de aprovechar y dignificar mi tiempo, del que tengo que ocuparme y dar sentido, viviendo cada momento como único, como un regalo de experiencia. Cuando se pierde el miedo a la muerte la Vida adquiere otro potencial. Y llega una paz interior que, entre otras cosas, me permite acompañar y conectar con el dolor de estas familias. Ofrecer mi tiempo para algo que la sociedad sólo considera triste… y que pretende evitar.
Acompañar en el duelo es una de las labores que considero con más sentido de servicio y de rentabilidad humana, vivenciar LO QUE ES DE VERDAD y ayudar a que otros vayan aceptando su dolor como camino a recorrer hasta el tiempo en que sea menos difícil sonreír y más fácil convivir con el recuerdo amoroso de alguien que se fue pero que nunca abandonara su propia parcela en el corazón de su madre, su padre y la familia que lo esperaba.
Sólo puedo sentir agradecimiento por ello.
Una persona, una mujer, y una matrona.