Alcalde de Santa Lucía (Gran Canaria). Recordado por todos como un político que quiso hacer de la política un servicio a la sociedad, empezando por los más necesitados. Empezaba su jornada de trabajo muy temprano para acabar a las 22 o 24h. Se enfrentó a los “aguatenientes”, que controlaban el agua y especulaban con él, impidiendo que el ayuntamiento abasteciera correctamente a la población. También se enfrentó a los propietarios del suelo que se negaban a cumplir la Ley del Suelo en materias de urbanizaciones y cesiones para equipamientos sociales. Fomentó la autoconstrucción de conjuntos de viviendas mediante cooperativas, y así acabó con las cuarterías y chabolas en el municipio. Hizo el más serio intento de ayuntamiento autogestionario de España, con la creación del Consejo Ciudadano (que fue prohibido por la Audiencia Territorial de las Palmas) para que las asociaciones vecinales tuvieran verdadero poder decisorio en el ayuntamiento. Murió de cáncer de Páncreas. Vivió creyentemente su enfermedad, en medio de ella siguió preocupándose por los granes problemas de la humanidad. Los últimos días de la vida de Camilo nos evidencian que el dolor ensancha el alma y que la esperanza vence a la desesperación. Que la resignación frente a los problemas de los demás es una canallada y que la fortaleza y el encajar los aconteceres de la vida con fortaleza es la virtud de los luchadores.
Queridos amigos y amigas: Iniciado ya el camino de mi último viaje, tras la visita inevitable de la muerte, quisiera que esta despedida fuera como un fuerte abrazo. Me voy con la satisfacción de haber podido trabajar junto a todos ustedes, tanta gente de dentro y fuera del municipio, para mejorar nuestra ciudad. Siento que queda mucho trabajo por hacer, pero tengo la certeza de que todos, cada uno desde su responsabilidad y su puesto en la comunidad, seguirá colaborando en la tarea de hacer de Santa Lucía una ciudad más humana, donde todos sus habitantes puedan vivir con la dignidad que todo ser humano merece. Me voy también con la tristeza de dejar un mundo donde la mayoría de los seres humanos sigue sufriendo el hambre, las enfermedades evitables, las injusticias y la guerra…; un mundo donde el abismo entre ricos y empobrecidos se ha ido agigantando en este casi medio siglo que me ha tocado vivir. Pero parto también con la esperanza de que la acción transformadora del mundo está en marcha con muchos hombres y mujeres que en este tiempo he conocido. ¡Qué la lucha solidaria por los más empobrecidos de la Tierra siga siendo el referente y la luz que nos lleve en la senda al Padre, y el faro que oriente las mejores decisiones para nuestro mundo!
Santa Lucía, 4 de Enero del 2001
Camilo Sánchez Benítez.