María pudo depositar el cuerpo de su hija en ese rincón especialmente creado en el cementerio de Zamora para los nonatos, del que supo cuando acudió a reclamar el cuerpo del bebé, tras conocer que el Hospital Virgen de la Concha los traslada al camposanto pasado un tiempo tras el nacimiento. Sin embargo, allí no estaba registrada “y yo necesitaba encontrarla, es un proceso natural, necesitas verla y despedirte de ella” para matar “la angustia de no saber” qué ha sido de su niña. La joven zamorana llegó a sentir que había abandonado a su niña, “que era una mala madre, me sentía culpable” por no haberla tenido en brazos y decirle adiós. Y todo “por miedo”. El mismo que sintió cuando, por fin, encontró a su bebé, tras insistir y con la ayuda de la Asociación “En el hueco de mi vientre” y de la funcionaria del Cementerio de San Atilano, Agueda García. Su hija permanecía en el Virgen de la Concha, en las cámaras frigoríficas, como exige el protocolo. “Tuvimos que contratar a una funeraria para que la recogiera” y llevarla al camposanto. “El dolor inicial ya no era el mismo”, relata esta zamorana, “la paz que te proporciona saber dónde está tu hija, que puedes ir a una sepultura a recordarla”.
Su constancia, ese lamento que se prolongó durante cinco largos años de búsqueda, se vio más que recompensada cuando pudo reencontrarse con su niña, “sentí una liberación, estaba superfeliz”. Recuerda cómo la abrazó, la besó, la achuchó, le habló… “y le pedí perdón. Me perdoné a mí misma”. María llegó a sentir que “la había traicionado por renunciar a enterrarla”. Pudo pasar unos minutos con la pequeña en su regazo, “es tu hija, da igual que esté viva o muerta, el sentimiento de madre es el mismo”, sentencia desde la tranquilidad que por fin disfruta. No es religiosa, no ha ido mucho a San Atilano, pero ya tiene un lugar donde encontrarse con su bebé. Allí descansa su niña junto a otros 30 cuerpos de niños y niñas que nacieron muertos y cuyos padres dejaron su entierro en manos del hospital, identificados con el nombre y apellidos de sus madres. Las llamadas al camposanto de Zamora de mujeres que perdieron a sus bebés en estas mismas circunstancias se sucedieron, “¡lo que hubiera dado por tener un lugar así para enterrar a mi hijo”.
El subdirector del Instituto de Medicina Legal de Zamora, Antonio González González aplaude que el Ayuntamiento de Zamora haya creado un lugar específico en el cementerio municipal para dar sepultura a los nonatos porque “es muy duro para una madre y un padre pasar por esta experiencia”.
Fuente: https://www.laopiniondezamora.es/zamora-ciudad/2020/08/10/pude-depositar-cuerpo-hija-san-8450173.html (Resumen de)