Quiero compartir con vosotras la experiencia de nuestra primera donación de leche materna:
Mi primera donación será mañana. Empecé a extraerme la leche el día 29 de abril, dos días después del nacimiento de ESTEL, dos días después de su muerte.
El primer bibi lo hice el día 3 de mayo, bibi facilitado por el banco de leche. Hoy ya tengo más de una quincena.
Cuando ves que de tus pechos aparecen las primeras gotas de leche, sientes que la muerte, que te perseguía durante las últimas semanas, se convierte en vida.
Sé que ESTEL no podrá recibir esta leche, pero en los ratos que me la estoy extrayendo, etiquetando los bibis, guardándolos en el congelador, … siento que conecto con ella. Por muy extraño que pueda parecer la noto a mi lado, incluso la imagino a mis brazos. Siento que ella está conmigo, siento su calor. Cierro los ojos y en silencio le hablo, le cuento cosas que ella tal vez no entiende (y yo tampoco). Después abro los ojos y es cuando me doy cuenta que al lado sólo tengo una máquina extractora de leche, un bibi que gota a gota se va llenando y una manta que me cubre la barriga, sólo es una manta, pero es quien me da calor y recoge las lágrimas al pensar que todo lo que estoy haciendo no lo podrá recibir mi ESTEL.
El corazón se me rompe cada día porque no hay día que no piense en ella y con todo lo que habríamos hecho juntas. Me siento como en una montaña rusa. Un día bueno, un día mal, uno peor, uno que parece bueno y se estropea … Un día me doy cuenta que río y me sabe mal …
Me siento sola … sola en tomar decisiones y sin poder comentar aquellas pequeñeces del día a día … sola siempre. Ella no responde. Ella ya no está.
Así que cierro los ojos y vuelvo a conectar con ella y al mismo tiempo conecto con todos los prematuros que el día de mañana recibirán su leche.