El porcentaje de bebés con bajo peso al nacer aumentó un 18% en las mujeres más pobres durante la crisis
Dice la Constitución Española que “corresponde a los poderes públicos promover las condiciones para que la libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en que se integra sean reales y efectivas”. Los poderes públicos, como es obvio, han fracasado en este objetivo fijado en 1978. Las desigualdades sociales están presentes en España incluso desde que el bebé está en el útero de su madre. Y, en ocasiones, de manera dramática. La crisis económica aumentó más de un 18% el porcentaje de bebés con bajo peso al nacer de madres “amas de casa”, una etiqueta que suele esconder “predominantemente” a mujeres desempleadas, según explica el antropólogo Carlos Varea, coautor del estudio.
El bajo peso al nacer, menos de 2.500 gramos según la Organización Mundial de la Salud (OMS), es uno de los indicadores de salud más utilizados, dado que puede afectar a las habilidades mentales e incluso a la viabilidad del recién nacido. La OMS recuerda que el bajo peso al nacer también está vinculado a un mayor riesgo de padecer algunas enfermedades, como diabetes y patologías cardiovasculares, a lo largo de la vida. Puede ser una sentencia para un bebé.
Carlos Varea. Antropólogo de la UAM
El nuevo trabajo ha analizado casi 1,8 millones de partos simples de madres nacidas en España ocurridos entre 2007 y 2015. Los datos confirman que la recesión económica esterilizó de facto a muchas españolas pobres, “intensificando la representación de mujeres con mejor posición socioeconómica, limitando las oportunidades de reproducción de las mujeres socioeconómicamente más vulnerables”, según el estudio, pendiente de publicación en la revista de la Sociedad Española de Nutrición Parenteral y Enteral.
“El aumento de las desigualdades ha cambiado el perfil de las madres”, explica Varea, de la Universidad Autónoma de Madrid. Las mujeres denominadas “profesionales”, con trabajos muy cualificados, como una ingeniera o una arquitecta, pasaron de representar casi el 21% de las madres españolas en 2007 a ser casi el 32% en 2013, su pico durante la crisis. Mientras, las clasificadas como amas de casa caían de casi el 20% en 2007 al 14,5% en 2015. “Si sumas las administrativas a las profesionales, ya constituyen más de la mitad de las madres españolas. Las mujeres con menos estudios son las que se retiran de la búsqueda de la maternidad”, afirma el antropólogo. Además, la edad de la maternidad se eleva. El 44% de las madres en 2015 tenía 35 años o más. En 2007, ese porcentaje apenas superaba el 31%.
El estudio solo analiza hijos de madres nacidas en España, ya que, en general, “las madres de los tres principales colectivos inmigrantes (de América Latina, Magreb y Europa Oriental) tienen estilos de vida y hábitos nutricionales muy contrastados, así como pautas reproductivas propias y que se asocian a diferencias significativas en el resultado del embarazo”, según explican los autores, entre los que se encuentran la epidemióloga Sol Juárez, del Instituto Karolinska (Suecia), y el antropólogo Barry Bogin, de la Universidad de Loughborough (Reino Unido).
La reducción de la fertilidad es una de las consecuencias más inmediatas que ha tenido la crisis económica desde 2008, señalan los investigadores. A esa caída, detallan, “están contribuyendo esencialmente las mujeres españolas en peor situación socioeconómica e igualmente las residentes extranjeras, desde su máxima contribución en 2008 del 20,7% de los nacidos españoles a un 17,6% en 2015”.
Varea muestra una diapositiva que suele proyectar en sus charlas, con portadas del diario EL PAÍS publicadas a lo largo de 2008. Algunos de los titulares, a toda página, son: “El desastre del paro asfixia a España”, “Trabajo asume que en un año habrá 375.000 parados más”, “España se desliza a la recesión”, “El pánico hunde las Bolsas”, “España destruye empleo por vez primera desde la recesión de 1993”. Los ciudadanos “desayunaban cada mañana con estas noticias”, apunta el investigador. Esa “ansiedad”, unida a una alimentación inadecuada o insuficiente, se tradujo en “un mayor estrés materno, con un posible incremento del consumo de alcohol y tabaco”, razona Varea.
El estudio constata que las diferencias sociales se han agrandado durante la crisis económica y los recién nacidos han pagado parte del pato. En 2007, el 5,6% de los bebés de madres con trabajos altamente cualificados tenían bajo peso al nacer, un porcentaje que subió hasta el 6,2% en 2015 (un aumento del 10,7%). Mientras, los bebés con bajo peso al nacer de las amas de casa se dispararon desde el 7,6% al 9% (un incremento del 18%).
La desigualdad de clases se observa incluso mejor si se analiza el nivel de estudios de las madres. El porcentaje de niños con bajo peso al nacer pasó del 5,5% al 6,1% en madres con estudios universitarios. En mujeres con estudios primarios se incrementó del 8,9 al 9,6%. “Algunas categorías de madres españolas tienen prevalencias de bajo peso al nacer similares a las de países de ingresos medios y bajos”, alerta Varea, que muestra porcentajes medios del 11% en África oriental y meridional, según las estadísticas de la OMS.
Un segundo estudio, recién publicado en la revista especializada European Journal of Public Health, confirma la tendencia al bajo peso. El trabajo, encabezado por las epidemiólogas Laia Palència y Glòria Pérez, detecta un incremento del 4% en la proporción de bebés “pequeños para su edad gestacional”. El salto aparece entre el periodo de crisis —que consideran 2009-2013— y los siete años anteriores. Este indicador, diferente al del bajo peso al nacer, depende de la duración del embarazo. Estaría establecido en 2.816 gramos en niñas y 2.929 en niños en una gestación típica de 40 semanas. “El bajo peso al nacer [menos de 2.500 gramos] no es el mejor indicador para conocer la salud neonatal, ya que puede haber bajos pesos en los nacimientos que lo sean porque han nacido prematuramente y es el peso que les corresponde”, opina Pérez.
En 2008, año en el que según las autoras todavía no se habían notado los verdaderos efectos de la crisis en los partos, casi el 9% de los 415.000 nacimientos estudiados presentaban bebés pequeños para su edad gestacional. El año siguiente, esa proporción “aumenta de golpe un 4% y se estabiliza”, según explica Palència, compañera de Pérez en la Agencia de Salud Pública de Barcelona. “Las desigualdades sociales son evitables e injustas y ponerlas sobre la mesa y hacer políticas para reducirlas es un tema de justicia social”, zanja.
Fuente: https://elpais.com/elpais/2018/03/01/ciencia/1519860706_529009.html