El abogado mexicano Adrián Rodríguez Alcocer denunció el mercado de vientres de alquiler en México, alentado por organizaciones supuestamente feministas, que atenta contra la dignidad de la mujer y las convierte en una fábrica de niños, al tiempo que trata a los niños como si fueran “productos de maquila”.
En un artículo publicado en el Sistema Informativo de la Arquidiócesis de México (SIAME), Adrián Rodríguez Alcocer recordó que recientemente se han transmitido en el país reportajes radiales “sobre la renta de vientres o maternidad subrogada”.
“La investigación pone al descubierto una realidad difícil de conocer y medir: la ausencia de la autoridad, la simulación de quienes se dedican a este negocio, aunado a la mínima y precaria regulación en la materia, crean una cortina casi impenetrable que protege a quienes se enriquecen con un modelo de negocios que ve a las mujeres como fábricas de niños y a los bebés como productos de maquila”.
El letrado indicó que estos informes de prensa “confirman las advertencias que ya se habían hecho al respecto del tema, muchas de ellas fruto de la experiencia en otros países”.
Los reportajes revelan los vacíos legales en estos casos y las argucias legales que se realizan en el estado de Tabasco, el único que reconoce la maternidad subrogada.
Los informes apuntan además, indicó Rodríguez Alcocer, a que “la maternidad subrogada es un mercado de mujeres mexicanas –la gran mayoría de recursos económicos escasos– que atiende a parejas y personas principalmente extranjeras”.
El abogado manifestó que “la realidad mexicana de la renta de vientres puede producir escalofríos”, pues debido a lo lucrativo que resulta “se han establecido inmensos campos de mujeres que viven encerradas y controladas mientras gestan a los hijos de extranjeros con recursos, y los dueños de estos establecimientos gozan de fama y fortuna comparables a los comerciantes de esclavos de la antigüedad”.
“Así pues, escuchar en los medios de comunicación y en el Congreso de nuestro país, a representantes de organizaciones que se dicen defensoras de los derechos de las mujeres, y que exigen la apertura del peligroso mercado de la maternidad subrogada, no deja de resultar sorprendente y contradictorio”, criticó.
Sin embargo, destacó Rodríguez Alcocer, “lo más preocupante es que, además de convertir a las mujeres en fábricas y a los niños en productos, ni los argumentos ideológicos ni los mercantiles pueden pasar por alto el drama de gestar durante nueve meses a un niño para entregarlo después”.
El Derecho, señaló, “no ha determinado la prelación de la maternidad, es decir, ¿quién es más madre? la que gesta, la que contrata o la que dona un óvulo. El Derecho no tiene respuestas claras porque la realidad tampoco las tiene”.
“Estar en contra de que la maternidad subrogada se permita en nuestro país, no es un asunto de ideologías o de opiniones personales”, indicó, pues “la experiencia es contundente al demostrar lo grave que esta práctica resulta para las mujeres, los niños y sus derechos”.
“Ser congruente con la defensa de los Derechos Humanos y de las mujeres, implica dejar caer el velo de las ideologías y mirar la realidad para tomar acciones efectivas en favor de las personas que lo necesitan”, concluyó.