Se llamaba Eléne Habiba Traoré. No pudo elegir su destino, ni su madre, Massá, tampoco pudo hacerlo por ella. “Nadie sabe de antemano donde va a nacer o morir, el destino la ha traído hasta aquí en estas circunstancias, tenemos que aceptarlo y vivir”, oraba a los pies de la tumba, Aboubacar Drame, un superviviente de las pateras, que llegó a la misma isla en 2006 cuando solo era un niño, y que ha sido el encargado de oficiar la íntima ceremonia musulmana en la que la pequeña maliense, de 18 meses, ha recibido sepultura este martes en el cementerio de San Lázaro en Las Palmas de Gran Canaria.
«Hay que seguir rindiendo memoria y denunciar que esto pasa por ciertas leyes»
No había avanzado ni 50 metros el coche fúnebre desde la entrada del camposanto hacia la zona musulmana de inhumaciones cuando un matrimonio canario que acudía a visitar la tumba de un ser querido se cruzó en su camino, fijando su mirada en el pequeño ataúd blanco. La comitiva formada por 8 personas, incluida una trabajadora de la funeraria, avanzaba lentamente cuando el matrimonio volvió de inmediato con un ramo de flores blancas que entregaron a la madre, que agarró las manos de la pareja con fuerza en agradecimiento por su gesto solidario.
Otros cuatro operarios del cementerio, también al enterarse de quien se trataba, se acercaron hasta el extremo del cementerio a acompañar el féretro sobre el que una cinta blanca, en una pequeña corona de flores, llevaba el nombre completo de Eléne, la identidad real de aquella niña maliense que durante 5 días mantuvo en vilo a media España. Su imagen siendo reanimada de manera desesperada por dos voluntarios de Cruz Roja sobre el asfalto del muelle de Arguineguín impactó hasta los más deshumanizados con este goteo constante e insoportable de muertes en la frontera sur española. Del 16 al 21 de marzo, los 5 días que pasaron desde que Paula y Miguel la sacaron de la parada cardiorrespiratoria en el puerto hasta que su corazón se apagó en un hospital de la isla, estuvieron marcados también por la confusión con el nombre de otra niña llegada esos días hizo, que en todo el planeta la llamaran Nabody, hasta que el pediatra Abian Montesdeoca , después del deceso, aclaraba en la SER el malentendido.
Massá, pudo resistir casi toda la ceremonia en pie, apoyada en el hombro o agarrada del brazo de otra madre llegada en patera, una marfileña con la que ha trabado amistad en el centro de la Cruz Blanca en la que siguen acogidas 12 madres y 13 niños, entre ellos otra hermana de Eléne, que han sobrevivido a la que es hoy en día la ruta más mortífera hacia Europa, la canaria.
El destino, tantas veces citado en el acto, quizás fuese el artífice de que otro superviviente de esa ruta, pero 15 años atrás, cuando llegó a la isla de Gran Canaria siendo también un niño maliense, se encargara ahora de oficiar la pequeña ceremonia, “nunca imaginé cuando llegué aquí como un niño migrante solo, que iba a estar tantos años después haciendo esto , uno no sabe lo que le espera el destino, pero me siento bien por haber estado aquí en este momento, por acompañar a esta madre de cuya tragedia me enteré escuchándola en la SER” afirma Aboubacar Drame, convertido ahora en trabajador de un centro de menores, que como él siguen llegado solos en pateras , y que también es voluntario en una mezquita de El Doctoral, en el sur de la isla.
“He hablado con ella y he intentado tranquilizarla. Ha vivido una situación muy dura, llegar aquí en un sueño que tú perseguías y perder a tu bebé es muy duro. Me ha dicho que intentará superarlo con el paso del tiempo” explicaba Drame que junto con otro miembro de la comunidad maliense de la isla abrieron el pequeño ataúd para depositar tierra sobre el cuerpo antes de volver a cerrar la caja y enterrarla.
“Ella está bastante abatida, el proceso ha sido muy largo hasta poder vivir este momento de la despedida. Nuestro equipo psicosocial seguirá acompañándola, pero es una pena realmente que la sociedad se tenga que hacer eco de la problemática de la inmigración por este tipo de situaciones. Da mucha pena que tenga que ocurrir estas cosas para que tomemos un poco de conciencia, pero lo importante de todo esto que no se olvide de aquí a dos meses que una bebé ha muerto. Esto continuará ocurriendo y son personas como tú y como nosotros, y si vienen aquí no es por gusto sino por absoluta necesidad y supervivencia” reclamaba emocionado Nacho Gutiérrez, el director de los centros de ayuda humanitaria de la Cruz Blanca en Canarias, donde Massa sigue acogida junto a su otra hija.
“Enterrar a una persona en estas circunstancias, a una niña con esta historia, en pleno ramadán y en plena pandemia, ha sido una experiencia que me marcará” afirmaba Teo Bondyale, todo un veterano en la lucha por los derechos de la comunidad migrante en Canarias y con “demasiados” entierros como este a sus espaldas.
Llevar a cabo “un entierro digno es una forma de resolver el duelo, si es que se puede resolver. El problema es como una madre soporta la pérdida de una hija en estas circunstancias. Si la muerte es de por sí un problema si se añade la angustia que ha vivido esta madre es mucho más grave. Ahora nos toca acompañar, seguir vivos, seguir rindiendo memoria y denunciar que esto pasa por un tipo de leyes “señala reclamando un cambio en las normas que regulan la movilidad humana , harto de que tantas vidas se sigan estrellando contra nuestras fronteras. Solo en la patera en la que murió Eléne perdieron la vida otras 9 personas según una investigación judicial revelada hace unos días por la Agencia EFE.
Pero no, este no es el duelo por la víctima número 17 de la ruta mortal hacia Canarias. No debe ni debería ser nunca tomado como una simple cifra, una imagen o un titular que alimente de manera efervescente la piedad líquida o el dolor viral en las redes sociales. Es el duelo de Massa por la pérdida de su pequeña Elene Habiba Traoré, de 18 meses, el último nombre propio, por el momento, de la que actualmente es la ruta más mortífera hacia Europa.
Fuente: https://cadenaser.com/programa/2021/04/15/hoy_por_hoy/1618466068_573980.html