Con el permiso de los protagonistas de esta historia, publicamos la carta que entregó Margie a su matrona Verónica tras la muerte de sus hijos y de que ella, verónica, les entregara un bordado que realizó.
Esto cuenta Margie, madre en duelo:
Estas son las palabras de Verónica, matrona, sobre las razones que le llevaron a realizar esta obra de arte, y a desear encontrarse con Margie y su pareja tras el alta.
Verónica, matrona:
Resulta que las matonas estamos presentes en uno de los momentos más trascendentales de las mujeres o las familias. Intentamos ser profesionales cuidadosas y amorosas en un proceso que recordarán toda la vida. Habitualmente es un momento feliz pero otras veces no lo será, convirtiéndose en el peor momento de sus vidas. Pasamos muchas horas de gran intensidad emocional, intentando ayudarles a gestionar toda la información y consejos que se les dan. Y cuando acaba mi turno se supone que me tengo que despojar de todo recuerdo, de toda emoción allí vivida. Muchas veces no puedo, me voy a casa llena de tristeza, de pena, de porqués. Mente y corazón trabajan de la mano para prestar la mejor atención. El caso de Margie y Alberto era desgarrador, especialmente duro por tratarse de un embarazo múltiple.
Al día siguiente me iba de vacaciones, no me podía creer el impacto tan grande de atender a esta pareja e irme de vacaciones al día siguiente. Me encontraba agotada, necesitaba esas vacaciones. Cuando entré en el turno estaba deseando irme para comenzar mis vacaciones, y cuando terminó el turno estaba destrozada. Recuerdo ir en coche, mi marido conducía y yo no paraba de llorar en silencio, no quería preocuparlos, pero sus nombres se repetían en mi cabeza. Recordaba una y otra vez imágenes de aquella noche, recordaba sus fotos, recordaba a sus padres llorando sin parar. Recuerdo llorar en la playa de paseo… no conseguía olvidarme. Si no me hubiera ido les hubiera visitado en la planta, pensaba. Necesitaba verlos, volver a abrazarlos, yo necesitaba un abrazo. En mi mantra constante de el arte nos salva la vida, encontré una manera de seguir recordándolos. Dibuje sus nombres con letras bonitas y entonces se me ocurrió bordarlos. El bordado es para siempre y se me ocurrió hacer algo bonito con una de las fotos que hice esa noche, esa foto de las manos unidas de los bebés. Tuve que explicar la idea a Emma para ver qué le parecía y para que les pidiera la fotografía. Para ser fiel en el dibujo, pasé la imagen de la foto a un dibujo y tracé unas ramas que formaban un símbolo infinito y simbolizaban el amor de sus padres (y también mi cariño) y con ese hilo verde también borde sus nombres. Lo bordé porque no quería olvidarlos. Se lo regalé a sus padres porque necesitaba verlos, abrazarlos y decirles con ello que todo este tiempo he pensado en ellos y que mi sentimiento les acompaña.
Me gustó mucho entregárselo, verles y pasar un ratito con ellos. Me conmovió su emoción. Les guardo en mi corazón y les deseo que sigan unidos y espero volver a verlos
Nota de quien escribe esta entrada, Emma (Manuela):
Trabajo con Verónica y conocí a Margi y Alberto. Esta experiencia me ha recordado las palabras de Barbero J.(2006) en «El derecho del paciente a la información: el arte de comunicar»: La experiencia nos dice que, paradójicamente, cuanto más se implica el profesional menos se quema porque se sitúa ante un sujeto en el que reconoce, signos, síntomas y disfuncionalidades, pero también capacidades, estrategias y valores. Ello provoca que el encuentro terapéutico sea más intenso, pero también que el profesional salga fortalecido por lo mucho que puede incorporar de la riqueza del otro. En definitiva, la comunicación en el ámbito sanitario puede ser un arte que plenifique a las dos partes.
Varios estudios reconocen que si el profesional cuenta con formación, equipo de trabajo, y apoyo institucional, la implicación es fuente de satisfacción profesional (y satisfacción por compasión) y un factor protector del burnout profesional (desgaste profesional).